La arqueología de hoy es diferente

 


Por Álvaro Botiva Contreras


Nota Introductoria

En marzo de 2021 recibí un correo electrónico del colega y amigo Alejandro Bernal Vélez, en el que me decía: “Hola Álvaro, una lástima que no nos pueda acompañar si llega a hacerse lo de Barrancabermeja. Hace un par de semanas leí un informe suyo del Magdalena Medio (Ruta del Sol), me encantó su presentación, que texto tan bonito y acertado. Debería pensar en publicarlo”. Y bueno, lo primero que hice fue hacer memoria de qué trataba, qué había escrito. Lo busqué y ¡oh sorpresa! en dicha presentación, como las que acostumbro a hacer antes de la introducción o resumen de los proyectos, intenté hacer un recuento de los cambios de la arqueología en Colombia, con base en mis casi 40 años de ejercerla como funcionario del ICAHN o como arqueólogo independiente. Se transcribe aquí el texto, tal y como se entregó en junio de 2014 bajo la referencia: Macroproyecto Vial de Colombia “Ruta del Sol”, Proyecto de arqueología preventiva. Informe Licencia de Intervención Arqueológica No. 3360. “Monitoreo y rescates arqueológicos en la doble calzada Ruta del Sol - sector 2, Puerto Salgar, Cundinamarca - San Roque, Curumani, Cesar”Consorcio Constructor Consol. Arqueólogo Coordinador:  Álvaro Botiva Contreras / Arqueólogos principales Zona Sur:  Gabriel Ricardo Hernández Valdivieso Marcela Macea / Arqueóloga Principal Zona Norte: Celia Consuelo Álvarez Ginés / Guasca, Cundinamarca, Junio de 2014 (aprobado por el ICAHN).


LA ARQUEOLOGÍA DE HOY ES DIFERENTE

La defensa de los vestigios arqueológicos orientada hacia la preservación, estudio, conservación y divulgación requiere, entre otras acciones identificar, registrar y excavar los sitios arqueológicos. Si bien, es cierto que dicha identificación es el fundamento para la preservación de los yacimientos y vestigios arqueológicos, el que exista el registro y reseña pública de estos, puede ser contraproducente ya que, dadas ciertas circunstancias como la falta de conciencia social sobre lo que representa conocer nuestro pasado histórico, la guaquería a partir de la conquista a lo largo y ancho del país, el afán de enriquecimiento fácil y el denominado progreso, hacen que cada nuevo sitio sea susceptible de ser guaqueado en busca de “tesoros indígenas” o destruido por las obras de desarrollo.


En Colombia, dada la riqueza de las ocupaciones prehispánicas en un período de tiempo de más de 15.000 años, a lo largo y ancho del territorio nacional, con dos océanos, zonas estuarinas, tres cordilleras, sierras, serranías, grandes ríos, ciénagas, llanos, sabanas, selvas, páramos o altiplanos, identificar un sitio arqueológico y registrarlo es relativamente fácil. El problema es cómo adoptar y orientar las acciones que disminuyan, en cierta medida, ese galopante fenómeno de la guaquería, destrucción y saqueo a los yacimientos arqueológicos. Para ello, se requiere de la participación activa de los institutos de investigación, las autoridades culturales, los entes territoriales, la academia, las ONG, el sector privado y el público general, con el fin de implementar las estrategias de investigación, valoración, conservación, restauración y lo más importante la divulgación coordinada de manera interinstitucional y con la participación de la sociedad civil que es finalmente, la que ejerce la apropiación social de las evidencias arqueológicas, para que se conviertan en patrimonio, lo que implica patrimonializarlas, lo cual no es un problema de trámites ni imposiciones, ya que se trata de un asunto del ámbito simbólico.  

   

Este informe es el producto de una nueva evaluación de los documentos con los que el ICANH aprobó los Planes de Manejo Arqueológico y la implementación de los mismos durante el período comprendido del 22 de abril de 2013 al 13 de junio de 2014. Pensando en cómo ejecutar dichos planes, la memoria me trajo un recuerdo de marzo de 1991, cuando presenté el documento “Comentarios para una Propuesta Sobre Legislación de Protección al Patrimonio Arqueológico de la Nación” a la Asamblea Nacional Constituyente, cuya idea era que el colectivo para la  promulgación final de la Constitución, tuviera en cuenta: la filosofía sobre el acceso de la cultura al público, la búsqueda del conocimiento y el reconocimiento de que el patrimonio cultural que incluye el arqueológico perteneciera a todos los colombianos, siendo protegido por el Estado. Para mi satisfacción, no solo hizo eco la idea, sino que del texto se tomó literalmente la base de los artículos 70, 71 y 72 de la Constitución, salvo una palabra y la última frase que agregaron los delegatarios: “La Ley establecerá los mecanismos para readquirirlos cuando se encuentren en manos de particulares y reglamentará los derechos especiales que pudieran tener los grupos étnicos asentados en territorios de riqueza arqueológica”.


Sin embargo, hoy el acceso a los resultados del conocimiento científico sigue estando limitado a muy pocas personas, cuando debería ser un derecho humano fundamental. Hoy, el acceso a la información arqueológica de los grandes proyectos de infraestructura, en gran parte es de carácter confidencial, cuando debería ser abierta. La defensa del patrimonio arqueológico, la protección del mismo es una responsabilidad del Estado, ya que el patrimonio es público porque se opone a lo privado. Pero es sabido que el Estado no cumple con este principio a cabalidad y aprovecha para delegarlo a los particulares por medio de trámites, licencias o autorizaciones, que en la mayoría de los casos implica mucho tiempo para su aprobación. 


También recordé que en el año 2001 cuando Cristóbal Gnecco  presentó la ponencia “Observaciones Sobre Arqueología, Objetos y Museos”, al coloquio convocado por el Museo Nacional de Colombia, pretendía demostrar que las exhibiciones de arqueología respondían a efectos de poder muy concretos de la práctica de la disciplina que es y sigue siendo hegemónica, positiva, nacida y guiada por el imperativo científico y profundamente arrogante, desconocedora de otras tradiciones históricas y de las dimensiones de sentido que estas otorgan a otros colectivos sociales. Por ello, el autor dice que “el discurso actual de los arqueólogos en Colombia es hegemónico, dueño de una retórica escueta y aséptica, usuario del sueño positivo de separar la producción de conocimiento de la “realidad” de la que pretende partir”, lo que demuestra que es un discurso en crisis. Su enfrentamiento activo tanto por parte de los emisores como de los receptores, es un camino para construir una práctica disciplinaría reflexiva, abierta, tolerante; una práctica que nos conduzca a un orden poscolonial en el que no se condenen otra formaciones discursivas y en el que la textualización de los arqueólogos aparezca como una más de las formas posibles (no la única) de comunicar la producción de conocimiento sobre el pasado”. 


Con estos postulados, antes de aceptar este trabajo que me ofreciera la Constructora Ruta del Sol, CONSOL, me documenté leyendo los informes existentes, elaborados por jóvenes arqueólogos desconocidos por su producción científica, pero con experiencia en la llamada “Arqueología por Contrato”, con discursos de una retórica cargada de arrogancia, o de “violencia epistémica”, donde plantean lo que no se puede hacer y proponen lo imposible de realizar, informes llenos de inconsistencias y de errores. 


De hecho la documentación de los estudios previos en arqueología, no plantean una relación de colaboración entre la arqueología y la ingeniería, ni entre CONSOL y el ICANH, para la búsqueda de conocimiento sobre la historia precolombina, sino la fantasía de hacer rescates arqueológicos “imaginarios”, imposibles de llevar a cabo, además de tener que hacer un monitoreo de toda la obra, es decir, de todo el kilometraje del sector 2 de la Ruta del Sol, que lo único que demuestra es que las prospecciones arqueológicas realizadas de poco sirvieron, además, los planteamientos que hicieron se encuentran alejados de la realidad; en concreto el trabajo que propusieron no permitió ninguna producción de conocimiento sobre el pasado prehispánico, pero si un gasto significativo de dinero y tiempo del que sabemos no se recupera, pero visto desde la perspectiva de la experiencia deja un mensaje de lo que no se debe volver a aprobar ni hacer.  


La Ruta del Sol Sector 2, es una obra de 528 kilómetros de construcción de una doble calzada y la rehabilitación de la existente, la nueva vía va paralela a la actual carretera entre Puerto Salgar - Cundinamarca y San Roque – Curumani en el Departamento del Cesar. El sector 2 está dividido en dos zonas y siete tramos, (los tramos 1, 2 y 3 corresponden a la zona sur) y (los tramos 4, 5, 6, y 7 son de la zona norte). La entrega de la construcción se hace por hitos, cada uno de 10 kilómetros. Los tramos incluyen las variantes, más las fuentes de materiales, las zonas de materiales estériles o zodmes y las plantas industriales, donde se analizan las diversas muestras de suelos, se procesan materiales de construcción, se preparan concretos, asfaltos y, se almacenan muchos materiales para las obras. El objetivo del monitoreo era el de observar el movimiento de suelos o descapote con el fin de identificar y rescatar las evidencias arqueológicas que pudieran existir, en cumplimiento de las disposiciones del ICANH en defensa del Patrimonio Arqueológico de la Nación.


Para cuando asumí la coordinación del programa de Arqueología, los tramos 1, 5 y 6 se encontraban muy adelantados. En el tramo 1 Puerto Salgar - Caño Alegre, la vía  construida estaba bastante adelantada, se inicia en el kilómetro 38 y llegaba al kilómetro 68 de 81, además las intervenciones incluían varios trechos descapotados. El tramo 5, San Alberto - Aguachica de 65 kilómetros y el tramo 6, Aguachica - La Mata de 34 kilómetros, ambos se hallaban construidos en un alto porcentaje, actividades que bien se puede observar en el punto 6 del cronograma de obras. (Ver proyecto de investigación presentado al ICANH, Botiva 2013). Los tramos 2, 3, 4 y 7 no se habían iniciado. A la fecha, se terminan las obras en los tramos 5 y 6, se avanza en la construcción de la doble calzada de los tramos 2 y 7, se inició la construcción de las obras de arte (alcantarillas, puentes, pontones) y descapote del tramo 4; la construcción y obras del tramo 3 aún no se ha iniciado.     


Siendo el suscrito quien inició en 1979 la arqueología con el apellido “rescate”, para el proyecto Cerrejón en la Guajira, (la que hoy se le llama “Arqueología Preventiva”),y haber sido el primer arqueólogo en Colombia en escribir sobre aspectos metodológicos para este tipo de arqueología. (Botiva 1983, 1984, 1987, 1994a, 1994b), debía dirigir el trabajo de Monitoreo y Rescates Arqueológicos del sector 2 de la Doble Calzada Ruta del Sol con objetividad. Por ello, antes de  solicitar un arqueólogo por cada máquina que remueve el suelo, o varios investigadores, auxiliares, vehículos, equipos y materiales, pedí recorrer todo el trayecto kilómetro a kilómetro de sur a norte y de norte a sur, con el fin de desarrollar el trabajo lo más correctamente posible, por lo que me base en aquella famosa frase de Albert Einstein “Si busca resultados distintos, haga las cosas en forma distinta”, lo que para el suscrito sencillamente significaba realizar el trabajo con honestidad, responsabilidad, con una postura ética y crítica, que creo debe caracterizar a los investigadores y, lo más importante con apego a la realidad, en pro de la defensa de los vestigios y los yacimientos arqueológicos.


Los procedimientos para el monitoreo y prospecciones arqueológicas implementados para este proyecto vial se desarrollaron en varias etapas de acuerdo con los avances de las obras de construcción y los planes de manejo establecidos para las intervenciones arqueológicas para este proyecto de infraestructura. La etapa inicial del componente arqueológico, corresponde a los reconocimientos y prospecciones arqueológicas en el área de influencia directa del proyecto, que localizó y caracterizó algunos sitios arqueológicos que supuestamente iban a ser afectados por las diferentes construcciones civiles. Estas estuvieron a cargo de arqueólogos de las empresas subcontratistas CESAC, AMBIOTEC y ASI, produjeron un total de 11 informes de prospecciones arqueológicas, de los cuales, cada uno presentó recomendaciones específicas que constituyeron los planes de manejo arqueológico, que se debían desarrollar durante la presente investigación, planes que fueron  aprobados por el ICANH, siendo su ejecución de estricto cumplimiento. 


Con la información obtenida, se lograron establecer elementos asociados a ocupaciones humanas durante la época prehispánica en diferentes sectores por los que atraviesa el trazado del sector 2 de la Ruta del Sol y algunas fuentes de materiales, unas pocas de estas ya se explotaron y otras posiblemente servirían para extraer materiales tanto en la región del Magdalena Medio, como de las sabanas y pie de monte del sur del Cesar. 


Desafortunadamente en la gran mayoría de los documentos se encontraron, como ya se mencionó, inconsistencias, así como en los resultados de las prospecciones y en la recolección del material.  Además, se evidenció que las propuestas de manejo planteadas para las etapas de monitoreo y rescate eran inconsecuentes con los hallazgos arqueológicos, por lo que en algunos casos específicos como para las fuentes de materiales Divino Niño FM-6-PR-82+000 y Morro Caliente  FM-9-PR-108+700 zona sur, CONSOL solicitó una segunda opinión y, para la cantera Ayacucho 1 en el municipio de la Gloria zona norte, desde el inicio plantee que el sitio no revestía importancia arqueológica por cuanto se trataba de montículos recientes de piedra, recolectada para evitar el daño de los tractores al trabajar la tierra y para que germinara pasto. Pero para cumplir con los planes de manejo aprobados, se hizo necesario para los dos primeros sitios repetir el trabajo de prospección y la realización de las excavaciones pertinentes en la cantera Ayacucho 1, lo que  demostró que en ninguno de los tres sitios existían evidencias arqueológicas estratificadas, con excepción de unos pocos artefactos líticos y desechos de talla a nivel superficial en el área de posible explotación en Morro Caliente. 


De otra parte las prospecciones y el monitoreo arqueológico practicado en los sitios, Morro Caliente en Puerto Boyacá y, en el PR 6+700 en Pelaya, nos permite  afirmar que el primer sitio, se encuentra afectado y muy alterado por el desmonte del bosque para hacer potreros, la ganadería, la erosión y a nivel de ingeniería, años atrás se intervino para la extracción de materiales, hoy, parte del área es una cantera abandonada. Es importante aclarar que a la fecha, junio de 2014, CONSOL no ha afectado este sitio, pues aún no ha iniciado la extracción de materiales, si es que decide explotarlos.  En el segundo sitio, la construcción de la vía no lo afectó, pero es importante mencionar que el yacimiento arqueológico ya estaba alterado, por la construcción de la carretera existente que lo cortó de oriente a occidente, el cruce de un oleoducto que lo dividió en cuatro partes, más las entradas a las casas de las fincas Campamento San Carlos y Guamito y, la guaquería intensiva que allí se hizo durante muchos años. 


El trabajo realizado hasta la fecha de entrega de este informe, ha cumplido estrictamente con lo planteado en la Licencia de Intervención No. 3360 más la prórroga autorizada por el ICANH. Se debe agregar el diagnóstico e importancia de varios sitios que poseen evidencias arqueológicas en los que se recuperó alguna información y, dado que no van a ser afectados por ninguna obra de infraestructura, el Estado debe protegerlos como es su deber Constitucional.


Durante la temporada de este trabajo, el monitoreo tanto de la zona sur como de la zona norte estuvo a cargo de dos arqueólogos, uno por cada zona. Como coordinador mantuve permanente contacto con ellos y viaje todos los meses y cuando se hizo necesario. Se recorrió en varias ocasiones todo el sector en compañía de los investigadores. Para los reconocimientos, prospecciones y monitoreo de los sitios Morro Caliente, Monterrey, Sorrento, La Ilusión, La Parra, La Albania, la terraza suroccidental sobre el Río Sogamoso, Ayacucho 1 y Pelaya 6+700, participé activamente en dichos trabajos. También se hicieron varias charlas de capacitación tanto para la zona sur como para la norte al personal de la obra, como a estudiantes y profesores de algunas escuelas rurales. La relación de charlas de socialización y listados de participantes se encuentran en el aparte pertinente, con una introducción crítica al respecto. 


De los informes que antecedieron este trabajo, elaboré extensos documentos sobre estos con comentarios y críticas, los cuales se entregaron a la gerencia de la zona norte y se incluyen en este documento como anexos, tal y como se presentaron, sin ninguna modificación ni corrección. Igualmente para conocimiento, debo comentar que hice entrega a CONSOL de más de cuarenta manuscritos, con el fin de mostrar la transparencia y cumplimiento de mi trabajo. En su oportunidad dados algunos serios inconvenientes se informó al ICANH, de acuerdo con las obligaciones contraídas con la Licencia de Intervención Arqueológica.  


Buena parte del marco conceptual de este documento, puede entenderse como un enfrentamiento entre los emisores de informes y los receptores de estos, porque con o sin errores, aciertos y desaciertos es un derrotero al alcance de quienes quieran conocerlo, reflexivo y abierto para colaborar, no en la arqueología de rescate, sino para rescatar la arqueología, una arqueología que trascienda la retórica escéptica de unos, la violencia epistémica de otros, así como la fantasía y negligencia de terceros en aras de que a nivel de la academia, se logre una producción de conocimientos sobre el proceso histórico del período prehispánico abierto al público en general. 


Debe quedar claro que los comentarios no son contra ningún arqueólogo en particular, pues no se trata de un problema personal, de hecho ni los conozco. Los apartes que se refieren al ICANH como institución que protege el patrimonio arqueológico, debe entenderse como una crítica al Estado, a la administración, pues como conocedor de la institución, los funcionarios que allí trabajan lo hacen con profesionalismo y buena voluntad, pero con el mínimo personal y recursos, a lo que debe agregarse que dicha institución confía en los profesionales que desarrollan los trabajos de prospección y rescates, pero que muchas veces abusan de la buena fe que les concede la institución en su beneficio personal. 


Del Estado y el Gobierno, el investigador esperaría la esencia de la administración en la defensa del patrimonio arqueológico, que se debe materializar en conocimiento científico. Sin embargo, ante el deber del estricto cumplimiento de los Planes de Manejo Arqueológico, viene a la memoria el recuerdo que la patria no es el clamor de los ciudadanos, sino el culto al papel sellado, las autenticaciones y las formalidades. El discurso oficial en la trayectoria de la defensa del patrimonio arqueológico era la investigación, hoy son los trámites. De hecho en este proyecto, por cumplir con lo aprobado, no se hizo lo importante. El poder del Estado, busca la sumisión y la obsecuencia, ante lo cual bien puede caber el riesgo de que esté equivocado, pero como no se me puede anular el pensamiento ni la crítica, no puedo acallar la insatisfacción ante tantas inconsistencias y las vicisitudes que género este trabajo.


Igualmente debo precisar que CONSOL empresa responsable de la construcción de la vía, asumió la financiación de sueldos, prestaciones sociales y honorarios, además siempre colaboró con todo lo que se le solicito, transporte aéreo y terrestre, manutención, alojamiento, trabajadores, préstamo de algunos elementos, así como de la logística empresarial. A las directivas y personal tanto de la zona sur como de la norte: gerentes, coordinadoras, responsables ambientales, ingenieros forestales, ambientales, civiles, industriales, geólogos, secretarias, obreros y conductores, a todos ellos gracias no solo por su colaboración, sino por sus enseñanzas, afectos y disgustos que formaron parte de esta gran experiencia, de conocer como se hizo paso a paso lo que va construido de la vía. El compartir y enfrentar en la realidad la preservación del medio ambiente y el legado de una cultura milenaria, fundamentos del presente informe, del medio geográfico actual, de nuestra memoria e identidad, como parte indivisible de la relación hombre - cultura - naturaleza, lo cual sirve para remarcar las responsabilidades que deben tener las comunidades y el Estado en el cuidado y preservación de la naturaleza y el patrimonio cultural. 


No puedo dejar de mencionar que quien animo este trabajo fue la ingeniera Elizabeth Roldan Vela, a ella debo expresarle mis sinceros agradecimientos y manifestarle que sin su concurso, empeño y colaboración este trabajo no se hubiera podido realizar. 

    

Finalmente, para los nuevos arqueólogos que reemplazan al suscrito y a Gabriel Hernández, de acuerdo con la política de las directivas de la empresa, una cordial invitación a que desarrollen los planes de manejo con objetividad, honestidad, ética, dedicación y entusiasmo. La oportunidad de conocer el corredor del Magdalena Medio y las Sabanas del Sur del Cesar, de aprender sobre lo acaecido en este territorio a lo largo del periodo prehispánico, de defender y estudiar las evidencias arqueológicas, razón por la que estudiamos, es única, no la desaprovechen y asuman la “Arqueología por Contrato” con profesionalismo y una postura ética.


Los representantes del Estado, debería tomar atenta nota de esta experiencia y modificar la posición de autoridad como si fuera infalible ya que ha campeado en la gestión del patrimonio arqueológico en los últimos años, constitucionalmente tiene toda la potestad para proponer el manejo del patrimonio, pero no debe olvidar que la última palabra siempre la tendrán las comunidades. 


A.B.C., Junio de 2014




Post scriptum


En mi opinión, ni el ICANH ni los arqueólogos de los últimos años, han sabido llegar a la sociedad para que se tome conciencia de lo que representa el patrimonio arqueológico como parte de nuestro proceso histórico, por el contrario el patrimonio arqueológico como propiedad de la Nación que está bajo la protección del Estado, desde la Constitución de 1991, fue un logro haber pasado de lo “remedial” a lo “preventivo”, pero hoy, con la esencia del Decreto 138 de 2019 por medio del cual se modificó la parte VI “Patrimonio Arqueológico” del Decreto 1080 de 2015, lamentablemente en la defensa y preservación de ese patrimonio se retrocedió a los años del expolio y destrucción del mismo. A lo que se debe agregar que la información sobre un patrimonio público se volvió confidencial.  


Por último desde hace unos años me he cuestionado sobre el vocabulario de cuando hacíamos arqueología con muy poco dinero, sin tanto vericueto pero con publicaciones y mucha divulgación para el ciudadano del común, en contraste con la de hoy cuyos costos ascienden a miles de millones; la cifra exacta de la arqueología de la Sub Estación Eléctrica de Nueva Esperanza en Soacha, no la tengo pero allí la inversión no fue escasa, fue de miles de millones, aunque afortunadamente de esta quedaron publicaciones y un museo, pero ¿qué ha pasado con las otros más de 8.000 proyectos de arqueología preventiva? ¿qué pasó con su divulgación? Solo informes en anaqueles, por lo que, para ser objetivo, vale la pena preguntar cuál es la proporción real entre investigaciones y divulgación.     


Hasta los primeros años del presente siglo aún se utilizaba una terminología con sentido de la arqueología como: Investigación,  flora y fauna, sitio arqueológico, yacimiento arqueológico, prospección arqueológica, análisis de laboratorio, macro restos, polen y fosfatos, análisis de suelos, recolección superficial, niveles de ocupación cultural, dibujos de perfiles y plantas levantamiento planimétricos, cernido de suelos excavados, trabajo de campo, registro fotográfico, características arqueológicas del área, clasificación y análisis de los materiales recuperados, patrimonio cultural, tumbas, plantas de vivienda, basureros, fogones, cultivos, caminos, canales, correlación cultural y temporal, reconocimiento arqueológico sistemático, observación del paisaje, oferta de recursos hídricos, geomorfología, pautas de asentamiento, patrones de vivienda, estructuras funerarias, secuencia cronológica,  cerámica, instrumentos líticos, base económica, forma función de las piezas etc.... Hoy la terminología está cambiando, lo que fue la parte instrumental para hacer arqueología, hoy se traduce en programas de arqueología preventiva, hallazgos fortuitos, radar de penetración en tierra (Ground Penetrating Radar) – GPR, bioturbación, GPS, georreferenciación, tamizado de suelos excavados, imágenes 360º desde Dron, vértices de los polígonos, inducción al personal involucrado con el proyecto y comunidades, arqueología pública, afectación del patrimonio, patrón de muestreo – Grilla,  registro de documentos, metadatos, etc.


Ahora bien, por parte del Estado igual hay un nuevo vocabulario sobre Transparencia y Acceso a la Información Pública: mecanismos de contacto, información de interés, estructura orgánica y talento humano normatividad y conceptos, presupuesto, planeación, control, contratación trámites y servicios, instrumentos de gestión de información pública, objetivos de desarrollo sostenible, convenios y acuerdos, agenda regulatoria, conflictos de interés.


Y hoy, la gestión del patrimonio arqueológico ya no es remedial, mucho menos preventiva, este se destruye día a día, hoy poco importa, no hay conciencia de lo que dicho legado cultural representa como parte de nuestra identidad histórica. Para muchos de los profesionales que hoy se quejan por falta de trabajo a partir de los cambios que trajo el decreto 138, así se rasguen las vestiduras, ellos en sus conciencias saben por qué de repente se cambió de política, de una arqueología preventiva a una arqueología conflictiva, poco ética, de la que ya ninguna empresa quiere saber, y claro no faltaron las personas y empresas que han logrado una buena pesca en este río revuelto. 


A.B.C., Guasca, Cundinamarca, 29 de marzo de 2021

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