El ayudante de don Miguel Triana* (Cuento rupestre)
Don Miguel Triana es
un buen patrón y se ve que sabe mucho, a veces, a la hora del almuerzo me
cuenta de sus viajes a las Europas y se levanta de repente y mira como de
pa’llá, bieeen lejos... La carretera que
estamos abriendo va a unir por fin la Capital con este pueblo de Faca, dizque
pa’que venga el progreso y se puedan sacar la papa y el maíz que cultivamos,
pa’que se lo lleven en esos carros ruidosos por que dizque algún día esto
estará llenito de’llos, como en las Europas, dice Don Miguel.
El ingeniero me tiene mucha
estima, algunos ratos me pide que lo acompañe al pedregal y yo ni corto ni
perezoso arranco a la pata de’l, dizque pa’ buscar más dibujos de indios en las piedraspintadas, con
eso yo me escapo de la labor de la carretera que, la verdad, me tiene jodido... éche
pica, éche pala... yo no nací pa’eso. De algo me tenía que servir el año
que hice en la primaria; cuando Don Miguel preguntó a la cuadrilla que quién
sabía dibujar, yo me acordé de mis garabatos y le dije pues que yo.
Tengo un cuaderno muy bonito en el
que me toca dibujar los mismitos dibujos que se ven en las piedras; mientras,
Don Miguel me explica que’sto es una manta y que’stas son ranas astractas, que
los indios muiscas eran muy religiosos y más inteligentes que nosotros sus
descendientes. A veces el me pregunta
que a qué se me parece este dibujo y yo ahí mismito le digo cualquier
barrabasada, y el lo escribe en su libreta. El otro día le dije que ese matacho era un
sacerdote con cara de mosquito, y en otra piedra le dije que esas rayas parecían las llamas del mismísimo infierno. El me
toma mucho en cuenta, me pregunta por mi jamilia y me pide que le cuente
cuentos de mis agüelos... bueno, a mi no me gusta mucho que se meta con ellos y
que mi’ande chismiando vainas, por eso li’ando inventando historias de mi
propia imaginación: que dizque el Muán anda por’ahí, que hay una guaca que
asusta, que no mire el arcuiris que
pica....bueno, eso si es verdad, y pica mucho...
Ya me he vuelto muy diestro con
los lápices, pero la verdad es que no avisto muy bien el color rojo, asi es que
sólo dibujo algunas figuritas, las que mejor se ven y las que más me
gustan. Don Miguel ya está algo viejo,
asi que cuando llegamos al pedregal me pide que corra pa’rriba y busque los
jeroglíficos, mientras el se queda debajo de un eucalito leyendo alguno de sus
libros... cuando vuelvo le muestro mis dibujitos y el me dá dos centavos por cada
piedra, aunque yo a veces le dibujo lo de una piedra en dos pa’ganar el doble... cuando el puede llegar a la piedra me manda dibujar lo de dos piedras en una y
así me paga nomás la mitad.
Don Miguel me dijo que se va pa’l
Perú a mostrar mis trascricciones a muchos dotores importantes, y que yo debía estar
muy orgulloso de colaborarle en sus estudios. El siempre me pregunta que cómo
hago yo pa’encontrar los jeroglíficos tan enseguida... Lo que nunca le contaré
a Don Miguel es que cuando era sute, yo me la pasaba con un pedazo de piedra
roja haciendo estos garabatos en las piedras, y pues yo to’avía medio mi’acuerdo
donde están.
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*Nota: Miguel
Triana es considerado el pionero de la investigación del arte rupestre en
Colombia. Sus obras La Civilización
Chibcha y El Jeroglífico Chibcha,
escritas en la década de 1920, siguen siendo referentes ineludibles para el
estudio del pasado indígena de la región. Sus transcripciones de motivos y grupos de pinturas rupestres siguen siendo utilizadas y reproducidas por muchos medios, sin advertirse las imprecisiones que cometió, desde luego, mediadas por la particular manera, de su tiempo y su persona, de percibir estas manifestaciones.
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