Memoria en ruinas: pueblos de indios en el valle de Saquencipá (Villa de Leyva y alrededores)

Por Diego Martínez Celis


Al internarnos en lo profundo del valle de Saquencipá, más allá de los límites de nuestros centros urbanos, es posible advertir, confundidas con las formas agrestes del paisaje, algunos conjuntos de muros de piedra, tapia pisada o adobe que constituyen las ruinas de lo que fueron los primeros asentamientos urbanos de un tiempo convulso, aquel que marcó la más honda ruptura histórica en este territorio: la invasión y establecimiento español sobre los antiguos dominios muiscas. 

 

Al momento del arribo de los europeos, este valle contaba con una amplia población indígena distribuida en diversos asentamientos más o menos nucleados. Con el paulatino establecimiento español, y luego de las fundaciones de Santafé (1538) y Tunja (1539) se inició el reordenamiento del territorio a través de la adjudicación de encomiendas a los primeros conquistadores y colonos, con el fin de explotar la tierra y a los indígenas mediante la exigencia de tributos y servicios.

 

Luego de arrebatar a los indígenas sus tierras, las autoridades españolas les “devolvieron” parte de ellas bajo la figura de resguardos, pero fueron obligados a habitar o reducirse en los pueblos de indios que resultaron de la congregación de sus asentamientos ancestrales. De esta manera se fueron consolidando poblaciones como: Samacá, Motavita, Cucaita, Sora, Chíquiza, Monquirá, Saquencipá, Yuca, Tinjacá, Iguaque, Chiquinquirá, Tibaquirá y Gachantivá, que en su conjunto conformaban el corregimiento de Sáchica, uno de los nueve de la entonces Provincia de Tunja.

 

Con el fin de adjudicar solares, huertas y tierra de labranza a algunos españoles empobrecidos que residían en Tunja, se fundó en 1572 la Villa de Nuestra Señora de Leyva, asentamiento de blancos que en principio no fue bien recibido por los indígenas de la región, ni por sus encomenderos, que vieron amenazadas sus tierras, razón por la cual se tuvo que trasladar diez años después a su actual locación.

 

A pesar de que el mandato de congregar a los nativos en los pueblos de indios se había dado desde décadas atrás, sólo hasta 1636, después de las visitas de la Real Audiencia, se determinó la obligatoriedad de erigir las iglesias y reducir a los nativos a vivir en estos nuevos asentamientos. De estas visitas resultaron también importantes censos que dan noción del fuerte descenso demográfico de los indígenas, debido a la violencia ejercida durante la conquista, las enfermedades y las deserciones, pero sobre todo al mestizaje que fue reduciendo la brecha entre españoles y nativos.


Recreación del pueblo de indios de Gachantivá, durante el siglo XVIII. Ilustración de Carlos Rojas Pérez y Diego Martínez Celis, 2021.


 

La drástica disminución de la población indígena, al mismo tiempo que el aumento de vecinos blancos y mestizos, determinó la aplicación de agregaciones, medida que buscaba mantener la cantidad de indígenas en un pueblo, que en caso de reducirse tenían que ser agregados a otro. El pueblo evacuado se extinguía, temporal o definitivamente, y en algunas ocasiones era reemplazado por una parroquia de españoles. Entre los pueblos de indios del valle de Saquencipá que desaparecieron, pero de los cuales aún se pueden apreciar algunos vestigios resaltan:

 

Gachantivá viejo: en una terraza sobre la margen derecha del río Cane, se pueden apreciar las ruinas de su templo doctrinero, el trazado de algunas calles y su pequeño cementerio de planta hexagonal, único en su género. Este asentamiento fue abandonado a finales del siglo XIX y trasladado 8 km al norte, donde se encuentra el actual casco urbano del municipio de Gachantivá. 


Panorámica de las ruinas de Gachantivá Viejo. Diego Martínez Celis, 2021 


Monquirá: Se emplazaba al occidente de Villa de Leyva, donde aún se observan las ruinas de su templo doctrinero junto a la escuela de la vereda del mismo nombre. Su iglesia se construyó en 1553, y a ella estuvieron anexados doctrinalmente, y en diferentes momentos, los indígenas de Gachantivá, Saquencipá y Sutamarchán.



Ruinas del templo doctrinero de Monquirá, Villa de Leyva. Diego Martínez Celis, 2012.


Iguaque: a 3 km al nororiente del casco urbano de San Pedro de Iguaque, mirando hacia el imponente macizo montañoso, se encuentran aún en pie las paredes principales de las ruinas de su antiguo templo doctrinero.


Panorámica de las ruinas de Iguaque. Diego Martínez Celis, 2022.

 

Yuca: Localizado al sureste del convento del Santo Ecce Homo, en la actual vereda Resguardo de Sutamarchán. En el sitio, conocido como “la loma de Yuca” aún se pueden observar algunas ruinas de su antigua iglesia. Después de 1600 sufrió de varias agregaciones a otros pueblos como Pabachoque, Suta, Turca y Gachantivá, y Sáchica. En 1753 los vecinos blancos de Sutamarchán pidieron licencia para la construcción de la iglesia, que finalmente se abandonó en 1909.


Pueblos del Alto Ricaurte durante la colonia. Dibujo: Diego Martínez Celis, 2021 Base: IGAC / Langebaek, 2001 / Falchetti, 1975


A pesar del tiempo y el abandono, estas ruinas y sus entornos inmediatos se resisten a desaparecer, constituyendo invaluables documentos históricos y arqueológicos que permiten reconstruir el pasado, pero sobre todo brindarnos un encuentro vivencial con nuestra memoria colectiva. De todos depende que, en medio de este nuevo tiempo de profundas transformaciones, logremos conservar y legar este patrimonio a las futuras generaciones. 

 

 

Para saber más: 

 

Falchetti, Ana María. Arqueología de Sutamarchán, Boyacá. Banco Popular. Bogotá, 1975.

 

Martínez Celis, Diego. Gachantivá. Historia, Memoria y Patrimonio Cultural. Alcaldía Municipal de Gachantivá, 2021. Disponible en https://openarchive.icomos.org/id/eprint/2645/

 

Sáenz de San Pelayo, Peregrino. “Remembranza histórica. (Leiva, Sáchica, Sutamarchán, Tinjacá, Ráquira, La Candelaria, Yuca, Santo Eccehomo, Santa Sofía, Gachantivá)”. En Boletín de historia y antigüedades, Vol. 25, no. 279 (Ene. 1938); p. 31-40. Bogotá, 1938.







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